domingo, 18 de enero de 2015

Como Chupa de Dómine

El idioma español es rico en expresiones o frases idiomáticas. Por desgracia, cada vez se están utilizando menos. Una gran cantidad de neologismos, muchos de ellos por moda, son totalmente inecesarios.

El incorrecto uso del idioma hace que, cuando se utilizan ciertas expresiones, no se haga con propiedad, ni se le dé el significado correcto que tienen.

Los comentaristas, entre otros, adolecen de estos defectos. Por supuesto, hay que tener ciertos conocimientos que nos ayuden a expresarnos con corrección.

La expresión "poner a alguien como chupa de Dómine" significa proferir contra alguien todo tipo de insultos, con intención de empañar su fama.

Explicaremos ahora el origen de la expresión, pero de momento debo expresar que decir como chúpame Domine es una corruptela, que no significa nada, pues aquí no se trata de chupar a nadie.

Dómine es en la declinación latina el vocativo de la palabra Dominus, que significa Señor. En un principio era el tratamiento de respeto con que los estudiantes de gramática latina se dirigían a su maestro.

Más tarde, se designó con este nombre a maestros de poca categoría. Generalmente eran clérigos, a quienes los padres encomendaban sus hijos para que les enseñaran los rudimentos del latín, como preparación para ingresar en "las escuelas de latinidad¨, una especie de escuela de secundaria en nuestros días.

Inclusive estos maestros tenían en su propia casa, una especie de internado, que daba seguridad a los padres y beneficios al maestro. Todos conocemos el dicho "pasar más hambre que un maestro de escuela".

Este oficio ha perdurado en España hasta bien entrado el siglo XX, especialmente para quienes querían ingresar al seminario o prepararse para el bachillerato, sobre todo en zonas rurales.

La sotana  o chupa era una prende introducida por los árabes, que equivalía a un guardapolvos, usado tanto por hombres como por mujeres, para proteger la ropa de la calle. Se llenaba de manchas, de grasa, de quemaduras de cigarrillo, etc. Según Quevedo, la sotana no se sabía de qué color era, de cerca parecía negra y de lejos azul.

La vida da muchas vueltas y esa sotana llegó a convertirse en la vestimenta representativa del sacerdote católico.

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