sábado, 27 de enero de 2018

Vendimia en Coll de Roses

Adela trabaja en el Museo de Vinos de Coll de Roses. El sábado 15 de septiembre nos invitó al festival de la Vendimia. Acudimos a la invitación. La propiedad pertenece a Dn. Damián Spelt, uno de los grandes terratenientes de la zona y un diversificado hombre de negocios.

Coll de Roses es una masía-Castillo del siglo XVI-XVII, declarada patrimonio artístico-cultural por la Generalitat de Catalunya. Las raíces vinícolas de la propiedad de la Familia Coll de Roses, según consta en el Archivo Municipal de Roses, se remontan al 1679. Es la primera bodega documentada de la Provincia, con un total de 35 ha de viñedos que disfrutan de un microclima ideal. Desde entonces, 13 generaciones han ofrecido los mejores vinos, elaborados a partir de las cepas que rodean esta masía, donde podemos degustar la exquisita calidad de los vinos con Denominación de Origen Empurdá Costa Brava.

Los orígenes de la masía se remontan a una antigua villa agrícola romana del siglo II a. C., siendo objeto de diferentes invasiones francesas y hospital militar durante la época de la Guerra civil española. Podemos pasar por la antigua bodega, el molino de aceite del siglo XVII, la capilla de San Sebastián, diferentes salones y aposentos y su gran museo.

Al llegar al lugar, nos encontramos con una exhibición de tractores de diferentes épocas. Una banda de gaiteros nos recibió con alegres pasacalles, conduciéndonos hasta un lugar del viñedo que se quedó sin vendimiar para realizar el acto de hoy. Todo el que quiso, armados de tijeras y cubo, comenzó a vendimiar. Nosotros, Loli Daniel, Adela y yo recogimos mucha uva. Javier fungió de fotógrafo.

Una vez recogida la uva, los gaiteros nos precedieron hasta el lugar del desayuno, donde con el correspondiente ticket pagado (Adela nos los proporcionó) tuvimos acceso a pan campesino con tomate, queso de búfala y toda una serie de productos de charcutería, acompañando todo de una selección de vinos de la bodega. Más tarde, para completar, frutas variadas, como sandía, melón, manzanas y ricas uvas.

Concluido el desayuno-almuerzo-comida, accedimos al lugar improvisado en el exterior, donde todos contentos pisamos las uvas que antes habíamos recogido. Al compás de la música, en ese lugar se bailó con alegría inusitada, resultando una fiesta única.
 Finalmente se echó uva en una prensa que nosotros mismos operamos con su palanca,extrayendo riquísimo mosto, dulce como el almíbar.

Como colofón, recorrimos el Museo del Vino.

Yo, ensimismado, pensaba en mi infancia, vendimiando, pero con presión, por una miserable paga. Cada bodega del pueblo trasladaba la uva cortada, en dos espuertas, una a cada lado de las caballerías. Así mismo se pisaba la uva en el lagar. Todo un proceso que hoy 15 de septiembre reviví en Coll de Roses.

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