El 4 de diciembre de 2006, Javi nos visita en
Pamplona. Llegó en autobús a las 6 de la mañana, con temperatura poco
agradable. Nos calentamos un poco en la Cafetería de la Estación y visitamos a
la familia. Puesto que vino tan solo para tres días, quisimos enseñarle y
pasearlo por un lugar bonito. El elegido está a 95 km. de Pamplona: Donosti
(San Sebastián).
Llegamos en una hora. A orillas del Cantábrico y
rodeada de verdes montes, San Sebastián es una ciudad amable que conquista los
sentidos y nada de lo que a uno le cuenten es comparable con disfrutar de su
paisaje privilegiado, pasear por sus calles (principalmente en el casco
antiguo) y jardines, degustar los famosos pintxos, o vivir cerca del ambiente
donostiarra. Capital de la Provincia de Guipúzkoa y centro cultural y turístico
del País Vasco, esta población de 180,000 habitantes seduce con sus encantos a
quien se acerca a visitarla, y tiene atractivos para todos los gustos.
La imagen más conocida de San Sebastián, pero no
por ello menos sorprendente, es su hermosa bahía, en forma de concha casi
perfecta, considerada una de las más bellas del mundo. El Mar reposa tranquilo
entre la Isla de Santa Clara y los dos montes que la franquean –Igueldo y
Urgull- que protegen el casco urbano del viento y el oleaje. Surcada por el Río
Urumea, Donostia creció ganando terreno al mar que, desde siempre, ha
determinado su paisaje.
Subimos al Monte Igueldo en funicular. En él hay
un parque con más de 30 atracciones. Cuenta con un self service para poder
disfrutar también de la gastronomía a un precio muy razonable. Ahí comimos
nosotros, disfrutando de una panorámica de San Sebastián única.
Antes de subir al Monte Igueldo, en el remate de
su costa por el Oeste, podemos contemplar la escultura en hierro Peine del
Viento, de Eduardo Chillida. La Reina Mª Cristina instaló la residencia
veraniega de la Corte en el Palacio de Miramar, y florecieron los hoteles de
lujo, casinos y teatros.
La Casa Consistorial está en una posición central
entre la Parte Vieja, los jardines de Alderdi-Eder, el Boulevard y la Bahía de
la Concha. El espléndido edificio fue construido en 1882, para albergar el Gran
Casino y sus rutilantes salones. Tras la prohibición del juego, en los años 40,
sería ocupado el edificio como sede del Ayuntamiento. El antiguo gran salón de
juego es ahora el salón de plenos.
La Catedral del Buen Pastor, en estilo neogótico,
preside el centro de la ciudad y forma un conjunto con los edificios del Centro
Cultural Koldo Mitxelena y de Correos. Los 75 metros de altura de su torre son
visibles desde buena parte de San Sebastián.
El Paseo Marítimo que rodea el Monte Urgull es un
lugar ideal para presenciar una puesta de sol.
Rodeada por la sede de la Diputación Foral de
Guipuzkoa y otros edificios porticados desde 1885, Plaza Guipuzkoa esconde un
sinfín de atractivos. Un pequeño jardín botánico, un estanque con patos, un
templete meteorológico-astronómico, un reloj floral y un homenaje al músico
Usandizaga se alternan en un espacio lleno de encanto.
La posición estratégica
del monte Urgull, dominando el mar y la ciudad, hizo que el monte tuviese un
valor militar, que hoy reflejan los restos de sus fortificaciones y el Castillo
de la Mota, que remata la figura gigante del Sagrado Corazón. El Pinar, El
Paseo de los Curas sobre el Puerto o el romántico Cementerio de los Ingleses
son lugares de referencia en este monte urbano.
San Sebastián fue durante siglos una población
amurallada, cuya extensión se limitaba a lo que ahora es la Parte Vieja, que
continúa siendo el corazón de la ciudad. Junto a una infinidad de bares y
restaurantes, las estrechas calles que se sitúan entre el Boulevard y el Monte Urgull, cuentan
con la esbelta Plaza de la Constitución o las iglesias de San Vicente y Santa María.
Como “dos rocas varadas”
definió el arquitecto Rafael Moneo los cubos traslúcidos que diseñó para la
desembocadura del Río Urumea. Sobre la playa de la Zurriola, el auditorio y
Palacio de Congresos del Kursaal alberga buena parte de la oferta cultural donostiarra.
Este es San Sebastián a vista de pájaro, con
toques navideños, visto un día cualquiera del mes de diciembre.
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