miércoles, 25 de marzo de 2015

Andanzas por España II: Villaviciosa

Oviedo, 27 de Agosot de 2006 (VILLAVICIOSA)

Dormimos hasta que las agujas del reloj nos lo reprochan. Una radiante mañana nos invita a abandonar la casa para disfrutar de la naturaleza viva. Enfilamos la c/ Sacramento, Santa Susana, Marqués de Santa Cruz y Uría. Hay sosiego y paz en el ambiente.

 Caminamos entre terrazas de cafés, llenas de parejas maduras, que hacen tiempo para la comida, besuqueando las copas, mientras apuran sorbo a sorbo el vino. Llegamos a la Estación de Autobuses. En el Andén 23, subimos al autobús Oviedo-Llanes, para que nos deje a mitad de trayecto, en Villaviciosa.

Son las 2:30 p.m. Después de deleitarnos con la naturaleza de este paraíso, tras pasar por localidades importantes como Colloto, Pola de Siero, y La Vega, llegamos a Villaviciosa, comarca de la Sidra.

Caminamos unos cuantos metros por la calle Marqués de Villaviciosa y nos encontramos de frente con la Casa Consistorial, edificio de estilo sencillo y refinado que data de 1912. Está enclavado en la Plaza del Generalísimo, que, para mi sorpresa, mantiene el nombre de Franco, al igual que la Plaza de José Antonio, continúa con el nombre de Primo de Rivera.

 Detrás del Ayuntamiento, nos sorprende gratamente el Parque Ballina, zona de esparcimiento, recientemente remodelada, que data de 1928. Dando un paseo por su interior, encontramos la estatua que recuerda el mercado de ganado que antaño se celebraba en dicho lugar todos los miércoles, así como la escultura de bronce, obra del artista ya fallecido Eduardo Úrculo.

 La figura representa un sombrero y 7 manzanas y se erigió en memoria de uno de los fundadores de la fábrica El Gaitero, Don José Cardín. En este mismo Parque se encuentra el Quisco de Información y Turismo, que para nuestra desgracia estaba cerrado hasta las cuatro y media de la tarde.

El tiempo apremia, pues el último autobús parte para Oviedo a las ocho de la tarde. A falta de más información, recuerdo haber leído que Villaviciosa tiene bellísimas playas, siendo la de Rodiles una de las más concurridas y populares del Principado de Asturias. Buscamos transporte y el único medio, los autobuses de la Alsa, han efectúado  su último traslado a las 3:15 p.m. Ya sólo queda el viaje retorno.

 A falta de otro medio usamos el del autostop. Un señor cincuentón, muy agradable, nos encaminó a la Playa de Rodiles. Antes de descender a ella, obtenemos una panorámica como pocas veces vista. Es especialmente interesante  el valor ecológico del entorno, al estar incluido en la Reserva  Natural Parcial  de la Ría de Villaviciosa, hermoso estuario con aproximadamente 8,000 metros de longitud.

La playa cuenta con un paseo marítimo que circula por la margen izquierda de la Ría, con una longitud de 1,000 metros. Recorremos los mil metros, contemplando las lanchas y las aves. Comemos y a las  5:00p.m. estamos de vuelta en el kiosko de turismo, obteniendo información para el resto de nuestra excursión.

A pocos metros de la Estación de Autobuses, se alza sólida Santa María de la Oliva. La antigua Iglesia Parroquial  de Villaviciosa se levanta en el centro de la villa, en una pequeña plaza situada en la encrucijada de los caminos que conducen a Oviedo, Gijón y Santander. Es del siglo XIII (1278) y pertenece al periodo protogótico, si bien sus elementos más antiguos, como las portadas y el muro Norte de la nave, son ejemplos romantizantes tardíos.

 La titulación de Santa María de la Oliva puede proceder de la rama de olivo que porta en la mano la Virgen, esculpida en la portada principal del templo.
Hay otros centros como la Iglesia de San Salvador de Valdediós (“El conventín”) del siglo IX, Monasterio e Iglesia de Santa María de Valdediós (s.XIII), Iglesia de San Salvador de Priesca (s.X) y así como diez iglesias más, dignas de ser visitadas, pero sus distancias toman tiempo el recorrerlas, por cuya razón la Fundación José Cardín Fernández hace recorridos guiados todos los sábados partiendo de la “Casina del Olivo” a las 11:00 de la mañana hasta las 14:00 horas, con la finalidad de dar a conocer el prerománico y románico de Villaviciosa.

La fábrica de Sidra El Gaitero está a un kilómetro y medio de Villaviciosa. Contiene un gran museo abierto al público, en un edificio que data del 1900.

Partiendo de la Iglesia Nuestra Señora de la Oliva, nos adentramos en el limitado casco antiguo, por la calle José Caveda y Nava, denominada actualmente c/ del agua c/del sol y la García Caveda, descubriendo el pasado noble de  Villaviciosa, admirando las fachadas blasonadas, de palacetes y Casonas como el Palacio de los Peón, el Palacio y Torre de los Valdés o el Palacio de la Concha.

Especial interés tiene la Casa de los Hevia, por ser el edificio  en el que se alojó el Emperador Carlos I de España  y V de Alemania. La flota que transportaba al Monarca desde Flandes a España se vio inmersa, durante su travesía, en un temporal por lo que el Rey hubo de desembarcar en Villaviciosa; tras cuatro días de descanso, el séquito reanudó el viaje, que llevaría al Emperador a hacerse cargo de los Reinos de Castilla y León.

 Gracias a la amable acogida y hospitalidad de los villaviciosinos, el emperador les cedió su escudo, representado por un águila bicéfala, que pasó a ser el escudo de Villaviciosa.
La calle del Agua desemboca en la Plaza del Ecce Homo, donde encontramos restos de la antigua muralla medieval, originaria del s. XIII y construida en tiempo de Alfonso X el Sabio. 

En las inmediaciones de la muralla, en un conocido pasaje  conocido como la “Caleyina Les Indies” se encontraron durante unas excavaciones los restos de un taller de nuestros artesanos azabacheros.

Villaviciosa forma, junto a Colunga, Sariegu, Cabranes, Nava y Bimenes, la comarca de la Sidra. No queríamos partir para Oviedo sin degustar una botella de sidra. Entramos en una sidrería, justo enfrente de la Plaza del Ecce Homo. Pido una Sidra. Y al reclamo de que esté bien fría, me contesta: la sidra debe tomarse fresca, nunca fría. Escancia un viaje para Loly y otro para mí y apostilla: la sidra se bebe despacio y en un solo trago. Es un protocolo gracioso.

 El secreto estriba en que con el aireado del escanciado, la sidra toma vida y sabe muy rica, pero si no se toma seguido, se muere y ya no sabe igual. Me bebo media botella y con el estómago aventado y el paladar asidrado, nos dirigimos a la estación. Tomamos el autobús a las 8:00p.m. y en tres cuartos de hora estamos en Oviedo.

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