jueves, 12 de marzo de 2015

El aborto provocado

Todos tenemos claro que aborto es la expulsión  del feto en el período no viable de su vida intrauterina. Aborto viene del latín "abortus", participio pasado de abortor, aboriri (ab = de, oriri = salir).

Legalizar el aborto es aprobar que un ser indefenso pueda ser matado. Así de sencillo. Decir que no se pueden recortar las libertades ciudadanas equivale a decir que ser plenamente libre  es tener plena libertad para matar.

Que se pueda matar a un ser de meses y no a un ser de años  no cambia sustancialmente la razón. Incluso el más débil debe ser siempre mucho más protegido que el no tan débil.

Lo digo una vez más: la sociedad va camino de la autodestrucción.

La Ley de Dios prohibe matar. Se trata de un gravísimo pecado contra natura. Pero no quiero enfatizar la religión, dado que cada vez  la sociedad es más atea.

Son muchas las excusas que se barajan a la hora de decidirse por el aborto. Tan solo quiero que reflexionemos a partir de hechos reales.

1.- Primer hecho: El padre es asmático y la madre tuberculosa.         Tuvieron 4 hijos: el primero es ciego, el segundo sordo, el tercero está muerto y el cuarto tiene tuberculosis. La madre queda de nuevo embarazada. ¿Cuáles serían tus recomendaciones respecto al aborto?

2.- Segundo hecho: Un blanco viola a una niña negra de trece años. Esta se embaraza. Si fueras su padre, ¿ le recomendarías el aborto?

3.- Tercer hecho: Uma señora está embarazada. Tiene muchos hijos. Su esposo está en la guerra y a ella le queda poco tiempo de vida. ¿Le recomendarías el aborto?

4.- Cuarto hecho: Un ministro y su esposa tienen ya catorce hijos y son extremadamente pobres. ¿Le recomendarías abortar el decimoquinto hijo?

5.- Quinto hecho: Una joven está embarazada, no está casada y su prometido no es el papá del niño que está esperando. ¿Le recomendarías abortar?



De haber recomendado en alguno de los casos el aborto, en el primer caso hubieras matado a Beethoven. En el segundo caso hubieras matado a una de las cantantes negras más famosas: Ethel Walters.

En el tercer caso te hubiera tocado asesinar  a Juan Pablo II. En el cuarto caso, habrías aniquilado al  más grande predicador del siglo pasado: Juan Wesley. Y en el quinto caso hubieras asesinado nada menos que a Jesucristo.

Todos tenemos derecho a la vida. Nadie, ni la propia madre, puede quitarnos ese derecho.

No permitamos que invadan nuestras conciencias los propagandistas de la muerte. Muchos inocentes dependen de nosotros. Entre ellos se encuentran grandes forjadores de nuestro mundo.





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