Oviedo, 30 de Agosto de 2006 - COVADONGA
Está nuestro hijo, el mayor de los varones, pasando unos días con nosotros. Aunque ya habíamos visitado Covadonga, decidimos volver, pues él es amante de las cuevas y la montaña. Tomamos el autobús para Cangas de Onís. Esta ciudad no tiene gran aporte artístico para el visitante, aunque el movimiento turístico es grande. Hay muchas tiendas de alquiler de piraguas, pues el Sella es un río tradicional para descender y existe un negocio muy bien montado en el ramo. Igualmente otros deportes.
Además hay muchas tiendas dedicadas a vender
souvenires, quesos, sidras, etc… a los turistas, pues todos los que suben a
Covadonga tienen que pasar por aquí. Creo que el legado histórico arqueológico
más representativo de Cangas de Onís es el Puente Romano.
Cangas de Onís no tiene estación de autobuses. Nos
apeamos en la Avenida Covadonga, la principal, esquina Bernabé Pendas, frente
al Ayuntamiento. Caminamos dos cuadras y doblamos a la izquierda, por la calle Sargento, hasta atravesar el río Güeña, por un puente de madera, para llegar a
los Aparcamientos, donde se compran los billetes y se toman los autobuses para
subir a los Grandes Lagos, pasando por Covadonga.
La visita a Covadonga debe ser completada con la
subida a los lagos Enol y la Ercina.
Desde Covadonga son 12 km. De continuo admirar. En una de las curvas iniciales
topamos con el “Mirador de los Canónigos” y su panorámica de Covadonga,
enmarcada entre montes y boscajes. Se sigue ascendiendo por el Valle del
Reinazo y de la Huesera, que evoca la matanza aquí padecida por los árabes, en
su dramática escapada a través de los picos.
En el kilómetro 6 una pista a la
izquierda de la carretera conduce a la Collada de Uberdón y La Vega de Comeya.
En el kilómetro 7, el llamado “Mirador
de la Reina” oferta una espléndida panorámica del Cornión, con su Porra Ubendón
a la derecha, alcanzando la vista las sierras de Priena y el Sueve, y llegando
incluso a ver el mar, si el celaje está
nítido. Se enfilan los repechos más pronunciados y en el kilómetro 9 aparece el
Arco Teón, con su cabeza de Elefante y sus majadas. Una corta bifurcación a la
derecha lleva a la Fontana de Fana.
Sobrepasado el último repecho, ya en el
kilómetro 11, nos internamos por “Les
Valeres” (1107 m.), con vistas al Lago Enol. Es el primero y más grande de los
dos, de origen glaciar, con una superficie de 515 metros de largo, 395 de ancho
y 35 de máximo calado. Junto a él, la Porra homónima (1274m.) ofrece una
soberbia contemplación del Cornión. Desde el borde del lago, mirando hacia el
SE, nos sorprende la Vega de Enol, con las torres que la circundan.
A pie del Shornín, un bar restaurante ofrece
chorizos a la sidra o quesos de los Picos. Frente al lago, a la izquierda,
parte la pista que conducía a las desaparecidas minas de la Buferrera, por la
que llegamos al “Mirador del Príncipe”,
con vasta panorámica de la Vega Comeya. Bordea la carretera el Lago Enol y La
Picota, y un último kilómetro lleva hasta el segundo, el de la Ercina. Tiene
éste escasa profundidad (Unos tres
metros) y es de forma oblonga, con abundante vegetación en sus orillas. En
ambos lagos se ha hecho repoblación de
trucha, arco iris, tesca, piscardos y
cangrejo de río.
Hay un centro de información donde entregan un
plano para hacer el recorrido por los Lagos y las Minas de Buferrera. Cuando no
hay niebla, la vistosidad es grandiosa. Hace unos días el ascenso fue soleado.
Hoy estamos envueltos por una gasa de neblina que quita profundidad, pero da
misterio a la escena. Una vez caminados los entrelagos, tomamos el autobús para
descender al Real Sitio de Covadonga, centro espiritual y religioso de los
Asturianos.
Según la leyenda, el noble Pelayo persigue a un
malhechor, hasta una cueva en el Monte Anseva. Cuando iba a apresarle, un
hermitaño que custodiaba en ella una imagen de la Virgen, le pidió a Pelayo
que le perdonase, pues quizá algún día éste necesitara el auxilio de la Santa
Cueva. Y el futuro Rey le perdonó. Tras el comienzo de la Reconquista, con la
derrota de los musulmanes en la Batalla de Covadonga, Pelayo instala su corte
en Cangas de Onís.
Covadonga (Cova Dominica) significa Cueva de la Señora. Las
asturianos llaman cariñosamente a la Virgen la Santina. Cabe destacar en la
Cueva, el antipendio y la exedra del altar, en la que se muestra una
representación con motivos referentes a la Batalla de Covadonga.
La Basílica terminó de construirse en el 1901, es
de estilo neo-románico y está hecha en piedra rosácea y marmórea, sacada de las
misma montañas de Covadonga. En la Plaza
de la Basílica se encuentra un monumento al rey Pelayo. En el estanque, bajo la
cueva se halla la Fuente de los Siete Caños, símbolo de sanación y lugar de referencia de jóvenes casaderas, ya que la poesía dice:
“La Virgen de Covadonga tiene una fuente muy clara, la niña que de ella bebe, dentro
del año se casa”.
En la Santa Cueva se encuentran los restos de
Pelayo. Desde inicios del siglo XX la
Santa Cueva cuenta con un paso subterráneo desde las inmediaciones del Hotel
Pelayo. En 1944 se coloca el calvario en la abertura del acceso subterráneo a
la Santa Cueva, de donde se contempla una hermosa panorámica de la Basílica.
Son las 5 de la tarde. Una interminable carabana
de carros y autobuses inunda la Plaza y la Basílica está abarrotada de gente.
No es para menos, comienza la novena a
la Virgen de Covadonga. Temiendo perder la conexión de Cangas de Onís con
Oviedo, nos montamos en el autobús próximo y retornamos a Oviedo transformados y contentos. Nos sentimos
llenos de naturaleza y espiritualidad.
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